La embriaguez y la frustración constituyen un
ciclo infinito.
Mucha gente busca una felicidad artificial;
busca cualquier espacio para escapar de su “triste realidad” terminando en
vicios. No encuentran alegría más allá
de la carcajada.
Mientras para muchos la pausa del tedio
diario de la vida sirve para encontrarse consigo mismo, valorar, agradecer y
disfrutar la vida; otros la aprovechan para buscar aquello que no tienen en su interior,
sin sospechar que lo que no pueden encontrar dentro de sí mismos jamás lo van a
encontrar afuera, y esa frustración los encamina hacia el infierno de todos los
excesos imaginables.