Muchos estudios han intentado establecer una
relación inversamente proporcional entre creer en Dios y la preparación o
desarrollo intelectual, incluso asociado a mayores niveles de coeficiente
intelectual.
Pero hacerse escéptico o ateo no está
relacionado a mayores niveles de inteligencia sino a otra área de la
personalidad, la psiquis, la percepción del sí mismo.
La prueba definitiva de esta hipótesis se
encuentra precisamente en la psiquis de estas personas: ellos creen que “la
religión es para los tontos”.
Así la explicación a esta relación entre ciencia
y fe es más de personalidad que de intelectualidad: gente con trastornos de
megalomanía.