Hacerle daño a un niño es imperdonable para Dios; tanto así
que equivale a la muerte.
El significado de: a cualquiera que haga daño a uno de estos
pequeños mejor le fuera amarrarse una piedra de molino y tirarse al fondo del
mar (Mt.18:6), tiene serias implicaciones.
Primero: hacerle daño a un niño es mucho más grave que
suicidarse.
Segundo: si el suicidio de por sí no tiene perdón, porque
Dios es el único que puede dar y quitar la vida (1Sam.2:6;2Rey.5:7;Ecl.5:18;8:15;);
entonces, hacerle daño a un niño es el peor pecado de muerte que un ser humano
puede cometer.