Si
decimos cualquier cosa en contra de las conductas aberrantes, sodomitas,
pervertidas, nudistas, libertinas y degeneradas; nos condenarán de religiosos,
fanáticos, intolerantes, homofóbicos y hasta podríamos perder el empleo y ser
quemados en la hoguera.
Pero
si el lobby de la perversión exhibe desnudos o conductas pornográficas públicamente,
hace marchas exhibicionistas, se burlan de la Biblia, de símbolos sagrados,
satirizan la fe, atacan la familia y la vida prenatal, entonces es “libertad de
expresión”.
Si
nos quejamos de sus abusos, nuevamente nos condenarán.
No en vano le dijo el diablo a Jesús en el
desierto, parafraseado: “Este mundo es mío”.