La
semana que recién pasa estuvo muy de moda en las noticias el tema de la compra
de diputados.
Pero
a en esta ocasión a diferencia de cómo se ha manejado casi siempre a nivel de
especulación y por información de terceros, fueron las mismas partes involucradas
las que montaron todo un show entre presuntas víctimas tentadas a los dólares y
supuestos victimarios que pretendían comprar votos para la controvertida
elección del fiscal.
Las
razones y sinsabores son material para los analistas políticos; pero el momento
es propicio para pensar un poco en el desastroso problema de la compra de
voluntades en la política.
Sobre
los que practican los ofrecimientos no hay duda que el repudio popular es de
sobra conocido; pero, ¿Qué pasa con aquellos sobre los cuales se pone la mirada
como candidatos a aceptar cantidades de dinero?.
Todo
aquel que reciba ofertas de cualquier tipo para realizar actos ilícitos debería
revisar seriamente su reputación.
Por
lógica, se le ofrecerá un ilícito solo al que se considere que podría
traicionar los principios que representa.
De ahí la grave ofensa y deterioro de la reputación de cualquier persona que se vea tentada a recibir dinero por actos ilícitos, más aún que el mismo hecho.