La
mayoría de gente no es consciente de lo que tiene hasta que lo pierde; mejor
ejemplo: la salud.
Casi
nunca valoramos lo que tenemos; y es hasta cuando ya no lo tenemos que nos
damos cuenta de la gran bendición que teníamos.
Por
eso, pareciera que la gente con problemas de salud o precariedad económica es
la más agradecida y tal vez hasta más religiosa.
Las
personas agradecidas responden ante la adversidad con una férrea confianza en
que las cosas mejorarán.
El
esfuerzo hace valorar lo alcanzado.
Todo
lo alcanzado tiene su valor.
Todo
lo que vale debe agradecerse.