El 4 de febrero de cada año se celebra el Día
Mundial contra el Cáncer y se han conocido en este contexto estadísticas
alarmantes, como el hecho de que solo en nuestro país cada día se conocen 40
nuevos casos de esta enfermedad; que en el 2011 fallecieron casi 800 personas,
siendo esta la segunda causa de muerte; pero en algunos años según la tendencia
pasaría a ser la primera causa de muerte encima aún de las muertes por
violencia social.
No obstante, el Instituto del Cáncer atiende
diariamente a 100 pacientes en consulta externa y se aplica cobaltoterapia a
120 pacientes con distintos tipos de cáncer.
El hecho de que tantos políticos latinoamericanos
hayan aparecido con esta enfermedad solo es un indicador de la proliferación de
esta terrible enfermedad.
En una publicación de la Sociedad Americana del Cáncer de 2009, se manifiesta que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres serán diagnosticados con cáncer en algún momento de su vida.
En una publicación de la Sociedad Americana del Cáncer de 2009, se manifiesta que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres serán diagnosticados con cáncer en algún momento de su vida.
Los factores de riesgo conocidos son los que generalmente
se tipifican para la mayoría de enfermedades modernas, como el consumo del tabaco, alcohol, obesidad, promiscuidad
(papiloma), estrés, hábitos alimenticios y la baja ingesta de
agua.
Está claro que todo esto representa el estilo de
vida volátil y poco sustancioso que vive la sociedad actualmente en donde todo
radica en lo superficial y lo pasajero; y por consiguiente en todo lo que lleva
a una degradación de la naturaleza humana.
Interesante resulta como un apartado de
prevención de la misma publicación menciona: “En un estudio financiado por la Sociedad,
se está evaluando la factibilidad de desarrollar una intervención de crianza de
los hijos que se concentre en las tradiciones y valores culturales para
prevenir el uso del tabaco y de sustancias por parte de los adolescentes
latinos”.
Necesitamos cambiar nuestro estilo de vida y retornar a nuestro estado natural. Esta vida convulsionada de tecnología, radiación, música y cine putrefacto; sin principios y sin valores, nos conduce al suicidio mental y por ende físico.
Necesitamos cambiar nuestro estilo de vida y retornar a nuestro estado natural. Esta vida convulsionada de tecnología, radiación, música y cine putrefacto; sin principios y sin valores, nos conduce al suicidio mental y por ende físico.