Es una verdadera pena que
hasta en los círculos más importantes, formales e intelectuales se utilice el
término “la profesión más antigua del mundo” para referirse a la
prostitución.
Quienes la utilizan solo
tienen dos posibles razones: justificar la práctica o simplemente
ignorancia.
Es importante distinguir la
diferencia entre los términos profesión y oficio.
Existen extensos estudios
sobre los origines de las actividades profesionales, llegando muchos a épocas
bíblicas, la antigua china y hasta los que equiparan el surgimiento de su
concepción actual con la revolución
industrial en el siglo XVIII.
Los principales teóricos
económicos distinguían las ocupaciones (oficios), referidas a trabajos comunes
que requerían ciertas habilidades manuales, de las profesiones, que implicaban
la realización de operaciones intelectuales que requerían credibilidad y
reputación en la sociedad, por lo que se adquirían a través de la ciencia y de
la instrucción.
Nótese entonces que la
diferencia esencial radica en la preponderancia relativa del esfuerzo físico y
mental.
Es lógico que los oficios
requieran algún conocimiento básico sobre como realizar la tarea física; pero la
profesión requiere una preparación metódica y amplia que implica una
acreditación universitaria para garantizar de alguna manera su licenciamiento en
la ejecución de dicha actividad.
Por eso, cuando nos preguntan
por nuestra profesión u oficio, nos están preguntando: ¿Qué has aprendido a
hacer? ó ¿Para qué has estudiado?. Y de ahí que respondemos: carpintero ó
profesor. Incluso, no sería raro encontrarnos con un carpintero y profesor a la
vez.
Esto, debido a que a muchos se
nos fue inculcado por nuestros padres aprender un oficio y seguir estudiando, en
parte por las condiciones precarias de nuestros países donde no se garantiza la
educación superior; por eso es común que muchos aprendan un oficio para
costearse sus estudios universitarios.
Volviendo entonces a nuestro
tema de origen, la tal mal llamada “profesión más antigua del mundo”, en
realidad a duras penas podría llegar si acaso a nivel de oficio atropellando
todas las consideraciones morales y de respeto a la misma dignidad
femenina.
Y no le busquemos símiles o
hilos en la historia, porque acaso la primera necesidad que el hombre tuvo fue
la de comer; por eso tanto en la débil teoría evolucionista como en la
creacionista se ve al hombre cultivando, antes que cualquier otra cosa (la
historia de Abel y Caín, los primeros hombres).
Además, para poder pagar por servicios sexuales tiene
que haber necesariamente una previa actividad económica.
Así que ya no tenemos excusa para volver a utilizar
tan maliciosa oracioncita.