En el transcurso de un año nuestro vehículo ha recibido 5 golpes leves,
producto del descontrol, la sofocación y principalmente la falta de educación
vial y el irrespeto.
Esto es así, porque en ninguno de los incidentes hemos tenido responsabilidad.
Dos golpes en el parachoques delantero parqueado en estacionamientos públicos;
y tres golpes leves en el parachoques trasero en circulación en plena ciudad
por tres autos de distinta categoría: un mazda3 del año; una rastra y un toyota
viejito.
Esto nos muestra un elocuente panorama de la delicada situación vial en
nuestro país, un total desprecio al respeto de las reglas de tránsito a todo
nivel.
Es más, este mismo día circula en twitter
y en un periódico local fotografías de una caravana de las máximas autoridades
conduciendo en sentido contrario por la ciudad.
Para un parque vehicular en este país de unos 700 mil vehículos, más de un millón de personas han aprendido a MANEJAR y tienen licencia;
pero solo una pequeña fracción ha aprendido a CONDUCIR un vehículo. Situación
incluso denunciada recientemente por un ex funcionario creador de una propuesta
de reglamento de tránsito en un programa de opinión sobre la irresponsabilidad
y negocio de las escuelas de manejo.
Las mismas escuelas se hacen llamar “de manejo”; y según el diccionario
de la RAE, MANEJAR es simplemente usar algo con las manos que es lo que la
mayoría aprende; a mover la máquina y ya se les licencia como conductores.
Pero CONDUCIR es algo más delicado porque se trata del aprendizaje sobre
como circular por las calles guardando todas las reglas de tránsito y creando
conciencia sobre todos los riesgos implícitos.
Sin embargo, sucede que en nuestro medio se cree que el mejor conductor
es que más viola las reglas y el que hace las maniobras más arriesgadas; lo
cual, ante la balanza del deber ser, no es otra cosa que el peor de los
conductores si es que el calificativo le alcanza.
Diariamente se registran más de 55 accidentes de tránsito, lo cual
representa más de 20,000 cada año; sin tomar en cuenta aquellos leves en que
las personas concilian rápidamente en el lugar; o simplemente no son reportados como por ejemplo los cinco que mencionamos al principio.
Es penoso escuchar a los cafres del volante incluso mofarse de los que
manejamos con precaución por creerse diestros manejadores, y tal vez lo sean;
pero ignoran que “ser diestros manejadores
los convierte en despreciables conductores y en verdaderas amenazas en las
calles”.
Ojalá algún día tengan conciencia para “aprender a conducir” y
dejen de seguir siendo ignorantes y asesinos de más de mil personas cada año
(promedio de los últimos 4 años).