Que un alto líder religioso
aparezca involucrado en el presunto soborno a una víctima de pedofilia para
silenciarla, demuestra la gravedad del problema que tiene tiempo de venir
minando esa institución.
Es más, de no ser por la voz de
una alta funcionaria de gobierno posiblemente no supiéramos nada de lo que ha
ocurrido y podría estar ocurriendo a muchas indefensas criaturas.
Como siempre, nuestra posición no
es contra instituciones, sino contra esas malas personas que se encuentran por
todas partes arruinando la buena obra cristiana que tanto esfuerzo cuesta
promover.
Se requiere ser firmemente intolerante con las conductas aberrantes.