La música que escucha la
gente define la naturaleza de su mente y corazón.
La música es poderosa; de
tal manera que bien puede utilizase en el mejor de los casos para terapias
curativas; y en el peor de los casos para manipulación del comportamiento
social.
Estudiosos (Steven
Pinker, científico cognitivo) concluyen que la música determina no solo la
forma de entretenimiento, sino principalmente, la forma de hablar y pensar.
Esto significa que la
proliferación de música con letras pornográficas y negativas influye
insospechadamente en el comportamiento de la sociedad.
Así que la música que escuchamos define lo que somos.