Es posible imaginar un mundo sin maldad.

Ni religiosos mentirosos, oportunistas,
degenerados y manipuladores de la espiritualidad humana.
Ni políticos corruptos que se apropien de los
recursos del pueblo hasta con costo de vidas.
Ni conspiradores.
Ni mercantilistas depredadores de recursos y
mercados.
Ni acumuladores de riquezas deshonestas.
Si pedirle a la sociedad que sea buena y que ame
a su prójimo es mucho pedir; bastaría con que dejaran de causar tanto daño a
los demás para que el mundo respirara un poco de paz.