El año 2015 fue muy duro para nuestro país; con escándalos de corrupción
en las principales esferas de la sociedad: política, religión, futbol y sin
faltar la incontrolable violencia.
Pero lo más preocupante es que no se vislumbra nada que pueda poner fin
a la degeneración moral que ha permeado a la sociedad entera y la empuja al
caos.
Aunque el 80% de salvadoreños profesamos el cristianismo aún no hacemos
contrapeso al mal.
Si acaso somos la luz del mundo, ya es tiempo que marquemos la
diferencia y dejemos de hacer lo que todos hacen.
Este año hagamos la diferencia.