Cuando la pestilencia de la noche
Conspiró para entenebrecerme;
Tu luz de provisión hizo derroche,
Tus promesas lograron fortalecerme.
Mientras el hombre malo maquinaba,
Tu mano sobre mí se extendía;
Tu justa provisión me alejaba
Haciéndome brillar un nuevo día.
Conté las horas dentro de mi angustia
Y se descontrolaban mis carnes;
Miraba que el maligno se reía
Y con nada lograba consolarme.
Pero me así de tu mano fuertemente
Y en tu Espíritu me reconforté;
Vi tu obra oportuna y potente
Y a tu poder mi vida te confié.